La ortodoncia es una especialidad de la odontología que se encarga de todo el estudio, prevención, diagnóstico y tratamiento de las anomalías de forma, posición, relación y función de las estructuras dentarias, óseas y maxilofaciales.
¿Qué quiere decir esto? Que la ortodoncia es la rama que se ocupa de que los huesos maxilofaciales (es decir maxilar y mandíbula) estén en una posición correcta, así como los dientes que albergan, estén alineados consiguiendo una oclusión (o mordida) estable.
¿Esto cómo se consigue? Dependiendo de cuál sea el problema y cuándo se detecte. Dado que la ortodoncia se encarga de equilibrar las bases óseas, cuanto más precoz sea la detección del problema, más margen de acción se tendrá, por ello es fundamental aprovechar el crecimiento como período crítico de actuación, aplicando lo que se conoce como Ortodoncia Interceptiva.
En casos en los que ésta no es necesaria, y el desequilibrio existe a un nivel dental, son varias las alternativas de tratamiento, pero se resumen muy básicamente en dos: ortodoncia fija y ortodoncia removible.
Dentro de la ortodoncia fija encontramos los famosos «brackets», que van cementados al diente, pudiendo ser metálicos o cerámicos (o estéticos), y entre cuyas ventajas se incluyen poder realizar un mayor rango de movimientos, desrrotar dientes o intruirlos/ extruirlos, y aplicar las fuerzas a un nivel más axial del diente.
En la ortodoncia removible se encuentran los sistemas con retenedores «invisibles», que se deben de llevar un número determinado de horas al día y que aplican las fuerzas al diente mediante ataches que se crean a medida según los movimientos a realizar. Entre las ventajas que caracterizan a este sistema se encuentran la comodidad, la estética y la posibilidad de tiempos cortos de tratamiento en casos uniarcada.